El Mercurio: Ejecutivos en programas de outplacement demoraron 4,7 meses en reubicarse en 2016

14 Feb 2017

lunes, 13 de febrero de 2017
María de los Ángeles Pattillo
Economía y Negocios, El Mercurio

 

Los plazos que una persona tarda en encontrar una nueva posición laboral aumentan en la medida en que lo hace su nivel de ingresos. Sin embargo, la tendencia cambia entre las posiciones de mayor jerarquía. El mejor nivel de redes y la mayor disposición a transar en dinero, serían las condicionantes para explicar este fenómeno.

Casi cinco meses demoraron en encontrar empleo los ejecutivos que participaron en los programas de outplacement o de reinserción laboral durante 2016. Entre las tres compañías referentes de esta industria – Lee Hecht Harrison (LHH), People & Partners (P&P) y PricewaterhouseCoopers (PwC) – sumaron 1.330 casos, quienes en promedio tuvieron un tiempo de recolocación de 4,7 meses. Esta media es levemente superior a 2015, aunque en el caso de P&P llegó a 5,2 meses. «En nuestros 15 años, es probablemente la tasa más elevada que hemos tenido, y eso significa que hay menos oportunidades laborales», reconoce Danilo Rojic, gerente general de la firma.

A juicio de Pascal Cáceres, docente del Centro de Desarrollo Gerencial de la Universidad de Chile, la cifra aún se mueve en estándares adecuados. «Los profesionales en programas de outplacement han tomado conciencia de la situación de mercado y están más dispuestos a negociar nuevas condiciones con tal de mantenerse activos. Esta ‘madurez’ laboral hace que se reubiquen en plazos similares a los acostumbrados», destaca.

Según datos de P&P y LHH, en promedio el 48% de las personas se recoloca por una renta más baja a la de su cargo anterior. En 2014, la cifra llegaba al 42%. «Hay una fuerte incertidumbre sobre cómo va a estar este año y eso ha gatillado en que las personas opten por aceptar condiciones menores, pensando que en los próximos meses las cosas van a estar peores y se puede llegar a julio sin trabajo», advierte Carolina Riquelme, gerenta general de LHH.

Para Matías Palacios, director ejecutivo del área de Outplacement de PwC, el escenario actual no debiera condicionar las remuneraciones: «Es un mito el que si la economía está mala, la persona está predestinada a ganar menos. Tiene que ver con cómo se negocia, con el tipo de puesto en particular, que puede estar más o menos demandado».

Entre los expertos hay coincidencia en que los cargos del área comercial, como ventas y márketing, son los que se han visto más golpeados, mientras que en la división de administración y finanzas se percibe mayor dinamismo y oportunidades de trabajo.

 

 Demanda crece 58% en dos años

El número de profesionales que accede a estos programas aumentó 58% en los últimos dos años, al pasar de 842 a 1.330 personas inscritas en las tres compañías consultadas. Entre 2015 y 2016, el incremento fue de 292 profesionales. (Ver infografía).

La llegada de cada vez más compañías que requieren el servicio explicaría este incremento de ejecutivos, estiman tanto Rojic como Riquelme. En el caso de P&P, el 20% de su carpeta de clientes son firmas nuevas, mientras que en LHH la cifra se empina al 40%. «Crecemos mucho en empresas locales, más que en multinacionales, en colegios o universidades, por ejemplo, que antes no usaban este tipo de programas y ahora los han comenzado a preferir», explica Riquelme.

Palacios también destaca la creciente presencia de particulares que toman el servicio de forma independiente. PwC, a diferencia de LHH y P&P, está abierta a este formato. «Se ha democratizado la oferta y ahora la gente de la calle también lo está tomando», dice. En su caso, la tarifa para personas comienza en 30 UF por seis sesiones, sin uso de instalaciones.

En el caso de las empresas, en PwC estas pueden acceder a un pack desde 70 UF por 12 sesiones sin uso de instalaciones, o bien a un paquete desde 40 UF mensuales, con un mínimo de tres meses, con uso de instalaciones. En LHH el programa para profesionales tiene un costo mínimo de 150 UF por seis meses, mientras que en P&P manejan la misma tarifa, pero el servicio se extiende hasta que el ejecutivo es reubicado.

En cuanto a la edad promedio, esta fue de 43,5 años durante el año pasado, similar a la del ejercicio previo (43,4) de acuerdo al promedio de los clientes de LHH, P&P y PwC. «Al comienzo de la década del 2000, nuestra edad promedio era de 55 años. Ha ido bajando, porque antes la gente estaba mucho tiempo en las empresas, pero hoy la rotación ha aumentado mucho», dice Danilo Rojic, gerente general de P&P.

 

Quienes ganan menos de $1,5 millones tardan 3,6 meses

Para adelante, las estimaciones son que la penetración del outplacement siga aumentando en el mercado nacional. «La economía no es el único factor que impacta en su desarrollo. Estos programas están siendo considerados cada vez más por más empresas y es esperable que tenga un crecimiento sostenido», apunta Cáceres.

Palacios asegura que el mercado tiene un amplio espacio para proyectarse. «En Estados Unidos, el 30% de las empresas contrata algún tipo de estos servicios para la gente que desvincula, mientras que en Chile es menos del 1%, con que llegue al 5% es un abismo de diferencia. Hoy en día no hay necesidad de pelearse a los clientes», concluye.

Entre quienes ganan hasta $8 millones, la tendencia apunta a que en la medida en que aumentan los ingresos también lo hacen los tiempos de recolocación laboral. «Esto pasa porque a mayor jerarquía, las empresas tardan más en tomar una decisión; la mayoría de las veces se opera a través de un head hunter que dedica un par de meses a la captura y luego hay varias entrevistas», explica Palacios.

Tanto Rojic como Riquelme también reconocen que hay menos alternativas en la medida en que se escala en la jerarquía. Según los datos recopilados entre las tres firmas, si quienes ganan entre $1 y $1,5 millones tardan 3,6 meses promedio en reinsertarse, la cifra sube a 4,6 meses en el rango entre $1,5 y $3 millones. Luego se incrementa a 4,9 meses entre $3 y $5 millones y se dispara a 5,6 meses entre $5 y $8 millones.

Para Riquelme, la demora en este último segmento se explica porque se hace difícil generar diferencias entre uno y otro candidato: «Hay mucha gente que ha salido en este nivel, y ellos tienen un perfil muy similar: todos son profesionales, todos con MBA. Hay un patrón común». Rojic agrega que también hay menos disposición a transar con los sueldos: «Están menos abiertos a bajar su nivel de ingreso, porque probablemente estén más apretados que alguien que gane sobre $8 millones, quienes por lo general tienen mayor flexibilidad».

Sobre dicho nivel salarial, la recolocación se reduce a 4,8 meses promedio, casi un mes menos que en el tramo anterior. Según Riquelme, esto se explica pues la gente de mayores ingresos cuenta con una red de contactos de mejor calidad. «Conocen a quienes integran los directorios y saben cómo se mueven. Cuando tienen claro el objetivo de su búsqueda y saben dónde pueden trasladar sus competencias, lo que hacen es activar su red y se gatilla una recolocación en puestos que, por lo general, son de referencia», dice.

 

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